Quedó para estudiar con una compañera de clase, pero cuando llegó a su casa se la encontró dormida y con toda la casa echa un desastre, por lo que no pudo evitar lavarle al menos los platos. Ella al despertarse de la siesta estaba más cachonda que de costumbre, así que fue hasta donde estaba su compañero y empezó a comerle el culo. Está claro que él no esperaba esa reacción pero disfrutó del beso negro y de la mamada que le metió en la cocina y que dio pie una follada salvaje que ambos estudiantes disfrutaron.