La mala racha que lleva a esta madurita pelirroja ya duraba demasiado, pero al fin acabó tras conocer a este joven. Un día estando de compras se pusieron a charlar en el supermercado y la madura se atrevió a invitarle a su casa. Una vez allí charlaron largo y tendido, pero la señora solo pensaba en echar mano de su polla. Así que tras besarle apasionadamente, pasó a la acción y los dos no tardaron en marcarse un polvazo muy intenso sobre el sofá.